De José Manuel Solá, poeta puertorriqueño
A Marcos Reyes Dávila
Tuvo que ser en Chile,
tuvo que ser en tierra de Neruda
y en el saludo abierto de tu mano inocente;
tuvo que ser allá por los viñedos
atardecidos de luz aconcagüina;
tuvo que ser en los sanfelipeños días
de aquel otoño gris y luminoso;
tuvo que ser en medio de la historia
tras las huellas de un Hostos de apostólico verbo
de trasandinas solidaridades,
de américas nacientes;
tuvo que ser en la poesía viva
del continente verde y mineral;
allá, en La Ligua, junto a robinson niño,
a maría zamora, a carlos orihuela,
con la palabra en pisco cada noche
bajo la multitud de las estrellas,
con tu hilda de pétalo apretada en el pecho,
en tierra de mistrales y de talas,
en las viñas del mar y en los valparaísos;
tuvo que ser en medio de todas las banderas,
que yo te conociera, hermano...
el autor es poeta puertorriqueño
Tuvo que ser en Chile,
tuvo que ser en tierra de Neruda
y en el saludo abierto de tu mano inocente;
tuvo que ser allá por los viñedos
atardecidos de luz aconcagüina;
tuvo que ser en los sanfelipeños días
de aquel otoño gris y luminoso;
tuvo que ser en medio de la historia
tras las huellas de un Hostos de apostólico verbo
de trasandinas solidaridades,
de américas nacientes;
tuvo que ser en la poesía viva
del continente verde y mineral;
allá, en La Ligua, junto a robinson niño,
a maría zamora, a carlos orihuela,
con la palabra en pisco cada noche
bajo la multitud de las estrellas,
con tu hilda de pétalo apretada en el pecho,
en tierra de mistrales y de talas,
en las viñas del mar y en los valparaísos;
tuvo que ser en medio de todas las banderas,
que yo te conociera, hermano...
el autor es poeta puertorriqueño
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