Everardo Torres González
Mi amigo "cantapoeta" Everardo Torres González, desde "Canto poético" nos brinda su poesia.
Nació el 29 de septiembre de 1956 en la ciudad de Durango, Dgo., México.
Músico y poeta. Cuenta con tres publicaciones individuales, dos de ellas, "Catavento" y "El amor es un suplicio itinerante" en español y portugués, editadas por Fernando Pérez Pozas, en Pontevedra, España. Una más, "En un viento de mar"editada por el Instituto Municipal del Arte y la Cultura de Durango.
Parte de su obra ha sido publicada en antologías y revistas de Brasil, Argentina
y México.
Entonces
Entonces... un pájaro posó su sombra,
y tus labios semejaron una tarde
de noviembre - rojo tenue entre nubes
y viento-
pinceladas que besan el manto
del ocaso.
Y cayeron las gotas de la rosa
sobre la tierra trémula..
Sobre la cúspide de un sueño
recostaron la frescura y sembraron
humedad entre la sed del rojo tenue.
Y esparcieron caricias como lluvia,
en la sombra de un pájaro y el tremor
de tus labios,
en las letras que nombran
la piel y la garganta que ahoga
un suspiro en noviembre;
un suspiro en las alas que ventean
mariposas,
en la noche afrutada con silencios
y prisa.
y cayeron las sombras en los cuerpos
de niebla, en los desnudos besos,
en los cálidos vientres.
Entonces... un pájaro posó su sombra,
sobre las alamedas de tu río,
de tus peces, de los aleros rojos
como sol de noviembre.
-en último murmullo-
se vestirá¡ de tierra;
de húmeda nostalgia
se llenará los ojos.
de tu guitarra negra
conversará en las plumas
de siete colibríes.
y madreselvas.
navegará despacio,
con el sol de tu voz
entre las vértebras.
y las notas de un soul
-como remeros-
acompasando el tiempo
de partida,
abrazará el silencio.
Canta...
cántame un soul,
que me cierre los párpados.
Nosotros
Nuestras canciones son otras,
otras son las lágrimas
que mordemos y la sonrisa que libera
nuestra tarde.
Otra nuestra noche y el encuentro
de las respiraciones.
Son otros los peces del canasto
que alimenta nuestros sueños
y las nubes que sombrean nuestra lluvia.
Otras son las manos que cerramos
hasta sangrar los puños de la rabia
y acometer el espejo que mutila
el camino de futuro.
Nuestro techo, pan... nuestro mañana,
son otra dimensión que no se alcanza
a mirar desde las alas indecisas,
desde el bronceado de la piel ociosa.
Desde los lentes de sol y los sorbos pausados
de Buchannans.
Otra es nuestra forma de amar,
de atar los labios - en el sencillo
impulso de existir sin límite-
Nuestros yates son de papel
y nuestro mar de lluvia...
Nosotros somos patria, vuelo;
ave que pulsa el porvenir que
ya no espera...
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A cuenta del amor
la mar se agita,
y se vierte en la sal
de las estrellas.
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Amor,¿Quién te tuviera?
atado a la quietud,
a la noche,
al silencio de arena.
A la sombra de un viernes
encendido con lunas,
con rescoldos del cuerpo
apagándose apenas.
Al otoño que asoma
girasoles y yerba.
A la boca de un cántaro,
al canto de sirena,
al vaivén de un velero
-que el cuerpo balancea-
En la noche desnuda...
Amor,¿ quién te tuviera?
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No me conocen
El viento de ti
no me conoce
ni me conoce el oscuro
cielo que nos mira
ni la luna al final de la banqueta
ni los arpegios de las aves
ni siquiera el aroma de tu sándalo
ni la tristeza de los aretes.
No me conoce el río
ni los copos de nieve
diluyéndose.
No me conocen las puertas de tu cuerpo
ni el arlequín que asoma a tus espaldas
ni el letrero que prohibe prohibir
en la pared de los silencios estruendosos.
Ni la cuerda de esparto
atada al puerto para amarrar la luna.
No me conoce el banco del andén
ni la primera plana de los diarios
ni el arenal
ni el amarillo pétalo que abandona
su cáliz.
Soy una máscara montada
en otra máscara
una sombra oculta
anocheciendo las miradas.
Soy la caricia de los ausentes
labios.
Una gota perdida
en el cristal...
en el blanco bajel que boga
sin retorno.
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Vienes
Vienes envuelta en la nostalgia,
sombra de rosas, aroma de silencios;
en un corcel de lava y girasoles,
dibujando la noche en las pupilas
en donde fluye la magia de Eva
y el viento del manzano fluye,
bajo la piel, bajo las huellas
de arenal y cardos...
Vienes envuelta en el polvo del otoño
hasta la desmemoria de mis manos,
como un soplo de octubre, redimido
y lánguido, como ala de poeta
en un madero náufrago.
Vienes en la alforja de sueños
que se guardan de amar lo más amado,
ondulando en la mar, en tu ser ondulando.
En el alero rojo que se viste de campo,
de caricia silvestre, de sol sacrificado
con un cerco de nubes en la tarde de un sábado.
Vienes de la tormenta, vestida de relámpagos
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Comentarios
(Poema para el centenario de la inmigración japonesa)
Hiroshima aún está allá
Como un espejo
Una bomba no mata una ciudad
Una identidad del pueblo
Una idea espacio
Nagasaki aún está allá
Y refleja a Hiroshima
No por la radiación más
Por lo que ambas fueron y serán
Los restos de Hiroshima
Aún son Hiroshima
Como los escombros de Nagasaki
Tienen una identidad silente
Nadie mata a Hiroshima o a Nagasaki
Nadie puede matar la vida
O una identidad histórica y espacial de vida
La bomba no mata el dolor
De lo que dejó la guerra
Y ese dolor que dolerá infinitamente
Será Hiroshima
Será Nagasaki
Porque la paz acredita al dolor
Perpetrado en una lágrima
Como diseño en la nostalgia
Que la luz lee en la sangre
En las flores del cerezo
Como haicais, en el átomo.
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Poemas de Silas Correa Leite, Itararé, São Paulo, Brasil
E-mail: poesilas@terra.com.br
Blogues: www.portas-lapsos.zip.net
Ou: www.campodetrigocomcorvos.zip.net
Tradução: Everardo Torres Glez, Duranguito, México
E-mail: etorresglez@yahoo.com.br